¿Y tú? ¿Cuál sería tu decisión?

En un mundo cada vez más interconnected, la movilidad global se ha convertido en un desafío y una oportunidad para muchos. Como abogado especializado en extranjería, he tenido el privilegio de acompañar a personas de diversas culturas y trayectorias en su camino por alcanzar nuevas metas en países extranjeros. Cada caso que manejo es más que un expediente; es una historia de sueños y aspiraciones, de familias que buscan un mejor futuro y profesionales que desean aportar su talento en un nuevo hogar. Mi compromiso es proporcionar no solo asesoría legal, sino también un apoyo humano y empático, para que cada cliente se sienta comprendido y acompañado en un proceso que, aunque a menudo es complejo, puede llevar a nuevas y emocionantes posibilidades. ¿Y tú? ¿Qué harías si tuvieras la oportunidad de comenzar una nueva vida en otro país?

¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar?
¿Hasta dónde caminarías con el cansancio llenando tus pies?
Imagina que mañana escuchas el estruendo de las bombas caer,
no a mucha distancia de tu hogar.
Al inicio, dudabas que fuera cierto,
pero tu vecino ya ha perdido a sus hijas
cuando el techo de su propia casa las absorbió.
¿Qué harías en ese caso?
Si te dijera: “Papá, tengo miedo”,
¿no lucharías contra dragones? ¿No conquistarías castillos?
¿No escalarías montañas? ¿No desafiarías imperios?
Si ahora mismo supieras
que vienen a buscarte,
¿No empacarías rápidamente un par de mudas, los papeles importantes,
algo de dinero, un peluche -porque pesa poco y cabe en su manita-,
algo de comer y beber…?
Piensa rápido.
¿Te pondrías en marcha?
¿Y hasta dónde caminarías?
¿Diez kilómetros, cien, mil?
¿Y si comenzara a llover?
-“Papá, tengo frío”.
Y su ropa está empapada.
Sus manos están heladas.
-“Papá, tengo hambre”.
Ya ni sientes el peso de cargarlo,
la noche se va acercando.
Y ese calor que ofreces con tu abrazo,
que pensabas que nunca se acabaría,
que creías que sería siempre suficiente,
se siente pequeño ante el frío del mundo.
Finalmente llegas a la frontera.
Pero te dicen que no pueden dejarte pasar.
Porque te has vuelto invisible.
Piensas que a tu hijo lo verán. ¿Cómo podrían no verlo?
Sería como ignorar el cielo.
Pero no es así.
Son tantos que las masas carecen de nombre.
No son bienvenidos.
No hay suficientes recursos para todos.
Los que están en las alturas hablan de entendimiento,
de soluciones, de diálogo a nivel internacional.
Mientras tanto, tú sostienes un diálogo diferente,
uno que nadie más puede escuchar:
Su voz susurrando cerca de tu oído,
como un beso invisible y cálido:
-“Papá, ¿cuándo llegaremos?”
-“Pronto, muy pronto”.
Y mientes,
porque deseas regalarle otra realidad,
otro mundo posible.
¿Y tú?
¿Qué harías en esa situación?

Deja un comentario